martes, 10 de julio de 2012

LA VIOLENCIA DE LA PALABRA



Hace unos días estuve charlando sobre la violencia Social y el maltrato Verbal al que somos expuestos diariamente tanto a nivel individual como a nivel colectivo, y por eso hoy me tome el tiempo de escribir y recopilar información sobre este tema, ya que tiene una gran relación con nuestro subconsciente y sobre cómo nos afecta en la construcción de una vibración correcta. 

"NO ES LO QUE DECIMOS, SINO LA FORMA EN QUE LO DECIMOS" 

"Más imperceptible que la violencia física, pero con efectos incluso más graves para la psiquis de quienes lo sufren, el maltrato verbal suele no tomarse en cuenta porque pocos saben cuándo están siendo víctimas...O victimarios..." 
Cuántas mujeres y hombres con baja autoestima deben su condición al maltrato que han recibido por años sin llegar a darse cuenta de la gravedad de éste. A diferencia de la violencia física, el "maltrato verbal es mucho más imperceptible, pero tremendamente perjudicial". En este tipo entran los comentarios degradantes, insultos, observaciones humillantes sobre la falta de atracción física, la inferioridad o la incompetencia, gritos, insultos, acusaciones, burlas y gestos humillantes...

La gravedad de ello guarda directa relación con la periodicidad de las descalificaciones. "La humillación continua destruye la autoestima y afecta seriamente la dignidad y nuestro Subconsciente”.

Estudios científicos revelan que la víctima comienza a interiorizar la crítica y termina por aprobar la violencia, considerándola un castigo por sus faltas.
La sicóloga experta en gerontología Ada Padró, revela claramente de qué se trata. "La violencia nos arropa en una epidemia que no discrimina ni por sexo, edad o clase social. Es nuestra sociedad excesivamente agresiva e intolerante. 
El que piense u opine diferente a mí es una persona casi malvada. Con frecuencia se pasa por alto el detalle de que las raíces de la violencia física, directa y abierta se originan mayormente en la violencia de la comunicación oral, escrita y la no-verbal". 

¿CÓMO DETECTARLO A TIEMPO?

Tal como una enfermedad, en la medida que más rápido la descubramos menos nos afectará. 
En ese sentido cobra mayor importancia el hecho de que aprendamos a diferenciar cuál es el límite que divide una comunicación verbal de la violencia.

Ada Padró detalla que "las grandes cosas en la vida comienzan con detalles minúsculos en apariencia pero profundos en consecuencias", demostrando con claridad que la violencia es una especie de bola de nieve cuyo daño pocas veces puede predecirse.
 No es un tema menor. "La violencia es una realidad perturbadora de la condición humana", revela la sicóloga y destaca que aunque la forma más común de asociación es con la agresión física, lo verbal incide directamente en ello.

"La forma de hablar puede provocar emociones y reacciones intensas. La violencia verbal, muy en especial la oral, es aquella en la cual por la elección de palabras, entonación y volumen de voz se trata de dominar a otra persona, logrando provocar en ésta sentimientos de impotencia, rabia, humillación, vergüenza, inutilidad y vejación". 

Existen diversas formas de ejercer la violencia verbal. 

De acuerdo con el Dr. Arce Noriega, se agrupan de la siguiente manera: 

Retener. Si una pareja retiene información y sentimientos, entonces el vínculo matrimonial se debilita. El abusador que se rehúsa a escuchar a su pareja le niega la experiencia y la deja aislada.

Rebatir. Quien ejerce la violencia verbal ve a su pareja como adversario, por lo que con frecuencia se le corrige en todo lo que dice y hace. 

Rebajar. Puede ser una forma sumamente insidiosa de abuso verbal, porque niega y distorsiona la percepción real de la pareja del abuso, lo cual es sumamente destructivo. A veces va disfrazada con humor, pero su efecto humillante hiere a la persona. 

Bloquear y desviar. El abusador verbal rechaza todo tipo de comunicación, dictamina lo que puede ser discutido o retiene información. Puede impedir toda posibilidad de resolver conflictos mediante el aislamiento y el desvío. 

Acusar y culpar. Se le responsabiliza a la pareja de hacer algo malo o alguna violación de los acuerdos básicos de la relación. 

Juzgar y criticar. El agresor juzga a su pareja y luego expresa su juicio en una forma crítica. Si ella objeta, puede decirle que simplemente está señalando algo para ayudarle, aunque en realidad la está descalificando. 

Trivializar. Es un intento por tomar algo que se ha dicho o hecho y convertirlo en insignificante. Cuando se hace esto en forma franca y sincera, puede ser difícil de detectar. A menudo, la pareja queda confundida y cree que no ha explicado eficazmente a su compañero la importancia de algunas cosas para ella. 

Socavar. Se retiene el apoyo emocional y erosiona la confianza y determinación. A menudo se aplasta una idea o sugerencia con un único comentario.

Amenazar. Se manipula a la pareja haciendo que surjan en ella sus mayores temores. 

Ordenar. Niega la igualdad y la autonomía de la contraparte, tratándole como esclava o subordinada. ¿Qué hacer? "Es fundamental que la pareja reconozca las características de la Violencia verbal, pues cuando hay abuso de este tipo en una relación, por lo general se trata de un problema mutuo, no sólo de una de las partes", enfatiza el terapeuta.

¿VÍCTIMA O VICTIMARIO?

Lo más increíble es que muchas veces no sólo somos víctimas, sino victimarios sin siquiera darnos cuenta. Y lo peor es que el daño lo causamos a quienes más queremos: Nuestros padres, parejas e, incluso, nuestros hijos. 

"Ejemplos de violencia verbal podrían ser frases como las siguientes: !Tú no aprendes!; !Eres un inútil!; Te lo dije!; !Qué bruta eres! etc. Si a estas frases le añadimos el sonido, entonación y gestos apropiados, en línea con el tema que nos ocupa, se tornarían en granadas de mano que pueden variar en magnitud", señala Padró. 

Mi amiga Marisa me dice "Recuerdo que cuando era pequeña siempre me castigaban duramente porque rompía las cosas sin querer. ¡Tienes la manos de cera", me gritaba con rabia mi abuela. Nunca entendí lo mucho que me habían afectado sus palabras, pero así fue. Afectó mi autoestima y me hacía pensar que no era capaz de cuidar nada", revela. 

"Es lamentable cómo una necesidad tan imperiosa como la de comunicarnos es el semillero de tantas desavenencias, rupturas y agravios. A través de la forma de hablar agredimos sin tocar físicamente al individuo", dice la sicóloga. Y enfatiza en el hecho de que "no es lo que tú dijiste, sino la forma en que lo dijiste".

Casos hay muchos, como el de Isabel, quien sufrió a lo largo de toda su infancia violencia verbal de parte de su padre, quien la convenció de que era poco inteligente. 

"Siempre destacó a mi hermana como la seca, la que se las sabía todas, la regalona. Yo asumí que era tonta, que no me la podía y, aunque nadie me crea, siento que me predispuse a no entrar a la universidad y a vivir siempre a la sombra de lo bien que hacía las cosas ella", asegura. Increíblemente no fue sino hasta los 27 años, cuando por otros motivos visitó a un sicólogo, que descubrió el mal que le habían hecho. 
Cabe destacar que la Comunicación es fundamental para el ser humano, aunque se haya tornado cada día sea más agresiva. Y así lo reconoce la experta.
"La comunicación surge de la necesidad de mantenernos vivos, de la realidad fundamental humana de relacionarnos y vincularnos unos con otros, para sentir que no estamos tan solos en este mundo. 

Nos involucramos emocionalmente, y la conversación, cara a cara o telefónica, es la vía principal para establecer, mantener y controlar relaciones, así como para adaptarnos a familiares, allegados y compañeros de trabajo. 

Las palabras tienen poderoso efecto en la conductas, ya que influyen sobre quienes las pronuncian y afectan e involucran a quienes las reciben, penetrando en sus emociones.

Es como una paliza que no deja evidencias a la vista, y la víctima que la vive es perseguida con amenazas, injurias, calumnias, gritos, insultos, descalificaciones, desprecios, burlas, ironías, críticas permanentes y acciones para socavar su seguridad y autoestima. Estamos acostumbrados a pensar que violencia es algo que se refiere únicamente a los golpes, a las agresiones físicas. Sin embargo, dejamos de lado una forma mucho más directa y cotidiana que tiene que ver con nuestra manera de hablar. No sólo nos referimos a lo que decimos, sino a cómo y con qué intención lo hacemos. 

Las palabras transmiten información, tienen un poderoso efecto en la conducta, ya que influyen sobre quien las pronuncia y afectan e involucran a quienes las reciben, penetrando en sus emociones. 

 La "palabra" es un arma y su uso consciente o NO (subconsciente) es bastante generalizado, en la vida diaria, en la "educación" de los hijos, en las relaciones de pareja, en la política, en los medios de comunicación, etc. Son palabras que "duelen" aunque aparentemente no produzcan heridas. Esa violencia verbal y negativa que experimentamos diariamente, contamina nuestras vidas alejándonos de una vida de felicidad, prosperidad y abundancia.

 Hoy es el tiempo de empezar a sembrar en tu mente semillas de felicidad, prosperidad y abundancia.

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